jueves, septiembre 21, 2006

Favores

¿Qué se consigue haciendo un favor que te ha pedido alguien que te considera su enemigo? Pues como habréis podido adivinar, exactamente eso: una puñalada por la espalda. Y según él bien merecida.

Y yo, muchas veces después del suceso, me he parado a pensar que por qué alguien que no me habla, que le supone todo un suplicio sentarse a mi lado y que me considera un despojo se ha dignado a pedirme un favor. ¿Vosotros no?

La respuesta es, en realidad, bastante obvia. Él jamás me pidió un favor, aunque aquello lo considerara muy importante. En vez de eso, por una vez, y sin que sirviera de precedente, yo podía dignarme a dirigirle la palabra a Su Excelencia sin que con ello, el muy histérico, llegara a poner el grito en el cielo.

¿Qué es lo que mueve a un tipejo semejante? ¿Odio? ¿Poder? ¿Ganas de divertirse a costa de los demás? ¿Un poco de todo lo anterior? A pesar de todo, sé que es un tipo bastante anormal, afortunadamente, y por ello no creo que tenga que aprender de su lección y empezar a hacerle daño a la gente yo también. Si nadie le soporta es porque el mundo no se mueve de la misma bárbara, violenta y sin sentido forma que él. Sería todo un crack viviendo en una cueva, con pieles para vestir y con el garrote siempre en la mano, en busca de caza.

Y a ver si por una vez en su vida, el muy avispado hace honor a la inteligencia que dice tener y se da cuenta de algo y toma esto como tendría que tomarlo: de forma constructiva. Que yo no soy de las que se divierten criticando al resto por gusto, como sus amiguitos, que no todos somos como ellos y que parece mentira que la gente te cale más de lo que tú te has conocido a ti mismo en toda tu vida. Bueno, a excepción de otro par de pringados que tampoco saben donde meterse a lo que llaman cariñosamente amigos entre sí pero esta vez son ellos los que le dan la puñalada (Donde las dan las toman).